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OPINION

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Veintepies : Opinión
      

Cuentos chinos
VM, 31/08/2023

El milagro chino de crecimiento aritmético de las últimas cuatro décadas ha llegado a su fin, con todas las consecuencias globales que significa este nuevo escenario.

A estas alturas de la vida, ya andamos suficientemente fastidiados con el cambio climático, la recesión, la falta de carga, la sobrecapacidad generalizada, por no hablar de los políticos de turno, sólo nos faltaba que China pete. Mientras en el mundo occidental bregamos a diario con la subida de precios, en China "disfrutan de deflación", o sea, los precios bajan. El mundo al revés. En estos momentos, el gigante asiático padece de una serie de problemas críticos que no auguran volver a tiempos pasados de crecimiento y desarrollo en corto plazo.

Sector industrial y exportador decreciente
Está claro que el COVID19 y el lockdown impuesto por el gobierno chino supusieron una diversión de orígenes alternativos, por lo que, en estos momentos, las empresas americanas y europeas encontraron proveedores en India o Sudeste Asiático, dejando más paradas aún las fábricas chinas. El coste de producir en China ya no es competitivo, y el ambiente empresarial, tras la fuga de infinidad de multinacionales deslocalizándose, se han perdido competitividad, clústeres y sinergias productivas. Asimismo, el desamparo del sector tecnológico, sin apoyo del gobierno central, tiene complicada la innovación ni desarrollo si Estados Unidos (y aliados) no levantan las prohibiciones de inversión y comercio en tecnologías estratégicas.

Deuda, pública y privada
La deuda pública se sitúa en el 300% del PIB, ahí es nada. Tanto gobierno central como especialmente los gobiernos regionales están seriamente endeudados. Tras la crisis de 2008, el gobierno central chino decidió mantener la senda de crecimiento estimulando la construcción y sector inmobiliario. Como los mercados receptores entraron en recesión, parecía un remedio lógico producir menos, pero construir más. El problema es que la solución se descontroló, y se ha construido demasiado. Ahora varias regiones no pueden atender a los pagos de su deuda y Pekín tiene que rescatarlas. La burbuja inmobiliaria explotó recientemente, llegó la hora del Lehman Brothers chino. Ahora los pisos valen mucho menos de lo que pagaron (y siguen pagando amortizando hipotecas), de manera generalizada, en todas las regiones de China. Se multiplica la morosidad de particulares, que, sin poder pagar las cuotas, si venden el piso les dan mucho menos de lo que le deben al banco. Tengamos en cuenta que se estima que hay más de 120 millones de pisos vacíos, adquiridos como inversión. Las quiebras de Evergrande, Country Garden y Sino-Ocean van a arrastrar a todo el sector chino de construcción e inmobiliario hacia días muy complicados, arrastrando al maltrecho sector financiero.

Confianza china
El ciudadano particular, tras la pandemia, no se siente confiado en el futuro a corto plazo, dado que no se ve la recuperación esperada tras la reapertura, todo lo contrario, todo parece ir a peor, mucho peor. No está gastando, lo que retrae considerablemente el consumo de productos y servicios. Es una pescadilla que se muerde la cola. Si no se gasta, no se importa; y si se exporta menos, hay un serio problema para la cadena de suministro global. Estamos hablando de China y su tamaño. Parece que los contenedores vacíos empiezan a llenar los puertos chinos y los camiones están muy parados. Mal augurio. Para más INRI, gran parte del ahorro parece no estar en los bancos, dado que ya hubo un par de entidades sin fondos y la gente no confía en un sector financiero al borde del colapso. La desconfianza se extiende a descontento hacia todos los estamentos de la sociedad, negocios, política o la vida misma. Sus repercusiones globales llegarán en breve a occidente de manera inexorable.

Nueva Ruta de la Seda
Esta iniciativa, además de enlazar logísticamente los continentes, se utilizó como instrumento de inversión en países de interés estratégico para China. Pues después de tanto gasto exterior, el fracaso parece evidente. Los países a los que "ayudaron" los chinos, ahora no pueden pagarles la deuda de tanta infraestructura construida, por constructoras chinas. En estos países receptores de inversiones y ayudas, ahora se está generando un cierto odio social hacia lo chino. En cuanto al transporte se refiera, el famoso tren chino puede venir cargados hacia el norte de Europa, pero vuelve casi vacío a China, una ruina. En estos momentos de flete marítimo bajo, dudo que muchos cargadores prefieran el tren al barco. Es lógico que la inversión estratégica en terminales portuarias sea de lo poco positivo y que rinde en estos momentos. Podríamos analizar la situación de cualquier país participante en la iniciativa, que está recibiendo o recibió ayudas chinas, y comprobaríamos las negatividades existentes en cada escenario y lugar, pero nos extenderíamos sin ende, y no es motivo de esta columna aburrir en demasía.

Agua y alimentos
China, al contrario de lo que podía parecer, es un país deficitario en recursos hídricos. Contaminaron mucha agua de superficie e ríos y pantanos, por lo que se vieron obligados a recurrir al agua subterránea, lo cual está hundiendo literalmente el país. De hecho, Pekín se hunde a razón de varios centímetros al año, in-crescendo. Se les caen edificios de 20 plantas, salen boquetes en carreteras, calles y campo. Este año, el cambio climático se cebó con China, arruinando mucha producción agrícola, por lo que la dependencia del exterior supone otro yugo sobre el gobierno y ciudadanos en general. Se estima subida importante en el coste de alimentación en el corto plazo, lo que subirá los precios en todos los mercados. El tema del agua, mejor dejarlo para otra ocasión.

Considerando los puntos enunciados, el futuro económico y comercial de China no parece demasiado positivo. De crecer a doble dígito, este año no se alcanzará ni el 5% provisionado por el gobierno central chino. En este escenario, es normal que se cancelen pedidos al extranjero y se repatrien divisas en forma de importantes remesas hacia la madre patria, lo cual va a dejar desamparadas las inversiones extranjeras en curso, todo un berenjenal todavía por experimentarse. Los flujos comerciales y logísticos son dinámicos, pero el cambio de tablero de juego actual, todo lo altera. Obviamente las organizaciones válidas aprovecharan las oportunidades consecuentes para reforzar sus posiciones. Las empresas que se dejan llevar por la marea del mercado, pueden sufrir si no actualizan sus portfolios de negocios e innovan en sus actividades.

Ignasi Llibertat


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