La inversión extranjera cimenta la confianza en la economía de Chile
Hemos conocido el informe Perspectivas económicas globales del Banco Mundial (BM), que proyecta un crecimiento del 2,5% del PIB a nivel planetario para este año. Chile figura en el estudio con igual estimación.
De esta manera, tras la fuerte caída de la actividad económica vivida en tierras chilenas a partir de octubre pasado, el BM prevé que la economía nacional se expandirá un 2,5% en 2020 y un 3% en 2021. En junio pasado habían proyectado un 3,1% para este ejercicio.
Los fundamentos de estas predicciones del BM son "un mayor volumen de exportaciones de cobre después de interrupciones de minas en 2019, una mejora de las perspectivas del sector privado a medida que se desarrollen las reformas del sector empresarial, y un impulso del estímulo fiscal".
Muchos firmarían como buenas estas previsiones para Chile atendiendo al alto nivel de violencia vivido en los últimos tres meses. Asumiendo, eso sí, que para su condición de nación emergente de ingresos altos, está debería estar más próxima al 4%. Así y todo, el ministerio de Hacienda, encargado de las finanzas locales, trabaja con un rango de entre un 1% y un 1,5%. Por su parte, el Banco Central, en su Informe de política monetaria de inicios de diciembre, lo situaba entre un 0,5% y un 1,5%.
Si atendemos a la posición de economía abierta de Chile, además de las cuestiones internas a resolver, existen factores externos que no se pueden ignorar: desacuerdos entre Estados Unidos y China, desaceleración de la Unión Europea, inestabilidad en América Latina, o Estados Unidos e Irán, por mencionar algunos -especialmente, si se repara en que, poco más o menos, todos ellos son importantes socios comerciales de los chilenos-.
A falta de un resumen final, que suele conocerse a últimos de febrero, el comercio exterior de Chile se situó muy próximo a los 140.000 millones de dólares, el monto más bajo desde 2015.
Las exportaciones retrocedieron un 7,6% y las importaciones, un 7,5%.
La tensión EEUU-China, freno al comercio
Como una de las causas principales se cita los desencuentros habidos entre las dos grandes potencias, lo cual repercutió fuertemente en las ventas de cobre, las que alcanzaron algo más de 33.000 millones de dólares, cerca de 3.000 millones menos que en 2018, lo que supone una bajada de un 8,2%.
Los buenos números obtenidos en diciembre, con exportaciones sobre los 6.600 millones de dólares, no fueron suficientes para revertir esta situación. Ni siquiera el espectacular salto dado por los envíos de cerezas, que con 1.562 millones de dólares superó por primera vez a la uva de mesa (aproximadamente unos 1.200 millones).
Añadimos a los datos anteriores los del sector silvoagropecuario, en el que las expediciones ascendieron por encima de los 6.500 millones de dólares, un 2,2% más, insuficiente para mitigar los coletazos del enfrentamiento de los dos colosos universales que afectaron a cerca de la totalidad del comercio internacional. Los productos mineros tuvieron un derrumbe del 60%; la celulosa también experimentó un descenso. Los dos sectores afectados inciden notoriamente en los intercambios con el extranjero.
Por su parte, las importaciones de bienes de consumo se replegaron un 10,8%, logrando completar una cifra por arriba de los 20.000 millones de dólares. Los llamados bienes durables supusieron 7.500 millones en números redondos, es decir, un 16% menos, debido a un desplome de 24,6% en automóviles, de 12,3% en celulares y de 11,1% en televisores. Los semidurables bajaron un 9,4%, hasta un valor de 5.987 millones. Los llamados bienes de capital cayeron un 4,7%, con un registro de 14.589 millones de dólares.
La inversión extranjera, al alza
Finalmente, vamos a referirnos a las inversiones, indispensables para que Chile pueda continuar su proceso de desarrollo que le asegure bienestar y calidad de vida a toda su población.
Esta semana conocíamos a través del embajador de Suecia en Chile, Oscar Stenström, que "ninguna empresa sueca ha pensado en retirar sus inversiones" debido a los avatares vividos. Stenström ee refería a unas 40 grandes compañías venidas del norte de Europa. Asimismo, se vio a empresarios chinos interesándose en la Comisión Nacional de la Energía por la futura megalínea eléctrica de transmisión, la primera en corriente continua que se levantará en el país, que se proyecta para la presente década y supondrá una inversión de 1.300 millones de dólares.
Los inversores continúan con los ojos puestos en Chile; los montantes de inversión extranjera directa (IED) entre enero y noviembre de 2019 ya llegan a los 10.615 millones de dólares, un 75% por encima de lo registrado en el mismo periodo del año anterior, acercándose al promedio de los 11.946 millones conseguidos entre 2015 y 2019.
Del general recibido hasta ahora, 6.293 millones de dólares van al componente de participaciones de capital, que equivalen al 59% del total. La reinversión de beneficios es igual a 3.629 millones, vale decir un 34%. Por último, la deuda relacionada suma 694 millones, un 7%.
Casi con toda probabilidad Chile volverá a situarse en 2019 junto al grupo de adelante entre los que más capital atraen a la región. Se debe asumir que la mayor parte de este flujo inversor llegó antes del 18 de octubre, por lo que se debe continuar trabajando para demostrar que sigue siendo un destino seguro.