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El retraso del Corredor Mediterráneo estrangula a la agricultura valenciana
Desde la Fundación Pro-AVE hemos tenido conocimiento de que los principales exportadores hortofrutícolas valencianos, entre ellos ANECOOP, están teniendo dificultades para entregar sus productos en el este y norte de Europa por la inexistencia del Corredor Mediterráneo. Y ello está afectando y perjudicando a uno de nuestros principales sectores económicos y a una de nuestras principales fuentes de exportación.
La agricultura valenciana, el más tradicional y emblemático sector productivo y exportador de la economía valenciana, se está viendo afectada por un nuevo problema que amenaza con asfixiarla. No es la ausencia de una estrategia pública de reforzamiento y valorización, como merece su importancia social, económica y medioambiental, o la competencia de la producción del norte de África. A estos problemas se añade ahora el de la conectividad con sus principales mercados, los europeos. Un problema cuya clave está en el retraso en la ejecución del Corredor Mediterráneo para el tráfico de mercancías. Una infraestructura que debió ser objetivo prioritario del Gobierno de España a principios de la pasada década y que aún hoy no es más que una reivindicación social. Los argumentos económicos a favor del Corredor son múltiples y fundamentales. Desde el ahorro en costes de transporte de los bienes de exportación del Eje Mediterráneo, el principal espacio económico y exportador del España, hasta su condición de piedra angular de una gran plataforma logística por la que discurriría una parte importante del flujo de mercancías entre Europa y Asia. Una plataforma capaz de transformar el sistema productivo nacional e impulsar un nuevo y potente bloque exportador: transporte, logística y servicios de alto valor añadido. Sin olvidar la atracción de nuevas actividades transformadoras que ello generaría.
Pero junto a los beneficios que traerá consigo el Corredor Mediterráneo, están los costes que el retraso de su ejecución está ya generando. Unos costes que pueden ser fatales para actividades bien asentadas, como la agraria, y con efectos económicos, sociales y medioambientales traumáticos. Porque si el efecto positivo del Corredor Mediterráneo para el tráfico de mercancías supondría, de entrada, un ahorro promedio en coste de transporte de tres céntimos de euro por kilo de producto agrícola, su ausencia está generando serios problemas a las exportaciones agroalimentarias, que amenazan con estrangularlas. La gravedad del tema es mucho mayor de lo que políticos y ciudadanos, desconocedores de la actividad exportadora, suponen. El encarecimiento del coste de transporte por carretera, debido al incremento de precios de los carburantes, a la euroviñeta y a las mayores exigencias en personal, afecta a la competitividad de nuestros productos. Un problema que se verá agudizado en el futuro. Pero a esto hay que unir las crecientes dificultades del tráfico de mercancías por carretera, especialmente en invierno, y los retrasos que esto conlleva en la entrega de producción vendida. Una situación que no sólo afecta al servicio al cliente en tiempo y forma, sino también a la imagen y reputación de nuestras empresas, dificultando especialmente la penetración y consolidación de los mercados del este de Europa más alejados, como los de Polonia y Rusia, de gran relevancia y en clara expansión. Tal circunstancia está generando gran preocupación en nuestro sector exportador agrario porque, en ausencia de una pronta conexión ferroviaria, que descongestione, acelere y abarate el transporte, nuestra capacidad de competir y prosperar, tanto en nuestros mercados tradicionales como en los nuevos y de rápido crecimiento, se verá seriamente mermada. Una tendencia que constituye la mayor amenaza a la supervivencia de la actividad agraria, tan entrañable y culturalmente fundamental para los valencianos, y tan relevante económica y ambientalmente para la Comunidad Valenciana y España. Esta situación pone claramente de relieve la repercusión económica del retraso en la implantación del Corredor Mediterráneo para el tráfico de mercancías. Un retraso que los presupuestos del 2013 vienen a agudizar. Pero lo más grave es que este problema afecta a un sector ya suficientemente maltratado, como lo es el agrario, y que en la Comunidad Valenciana genera cerca del 20% de las ventas al exterior. En una época en que la economía nacional más necesita a la demanda externa para reactivarse, resulta descorazonador observar como la mala política de infraestructuras de los últimos veinte años está estrangulando la capacidad de mejorar los resultados de nuestra producción agrícola y ampliar y reforzar su presencia en los mercados europeos. Pierden los agricultores, pierden los comerciantes, pierden los trabajadores y pierde la economía nacional. Y lo más grave es que nuestra credibilidad se resiente, y con ella el futuro del sector y el mantenimiento de la actividad agraria. Sus consecuencias van más allá de la producción agrícola, ya que con su abandono se degradará un activo ambiental y paisajístico de fundamental importancia para el atractivo de una zona turística y residencial como es la valenciana. Los exportadores y agricultores valencianos tienen fundadas razones para estar seriamente preocupados, y nos consta que lo están. Pero los valencianos en general también deberíamos estarlo, por lo mucho que está en juego y que nos afecta a todos, tanto económica, como cultural y ambientalmente. Y si no reaccionamos todos, empresarios, patronales, cámaras de comercio y demás sociedad civil, pidiendo al gobierno de España lo que es imprescindible para remediar los efectos de una mala política de infraestructuras, la pronta ejecución del Corredor Mediterráneo, asistiremos a la defunción de nuestro más entrañable y fundamental activo y renunciaremos a la esperanza de un futuro prometedor. El Comisario europeo de Transportes, Siim Kallas, está reclamando el apoyo explicito de gobiernos y entidades privadas a un presupuesto suficiente para el Corredor Mediterráneo y otros ejes transeuropeos de transporte, algo fundamental para los intereses de todos los valencianos. De ahí la relevancia de un claro y activo posicionamiento, en defensa de la adecuada dotación presupuestaria y pronta ejecución del Corredor Mediterráneo, por parte de toda la sociedad valenciana. Como se ha puesto de manifiesto, nos jugamos mucho. Federico Félix Real - Presidente de la Fundación Pro-AVE |
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