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Federico Torres: “Una buena gestión ambiental situará a los puertos en vanguardia y será una ventaja competitiva”
En un contexto de crisis como el actual obtener la máxima eficiencia en los procesos parece ser no sólo una oportunidad sino un deber para las empresas. Esta eficiencia podría residir, en parte, en la aplicación o no de medidas medioambientales adecuadas a la empresa y el negocio y en este campo el puerto de Valencia, de la mano de la Autoridad Portuaria, se sitúa a la vanguardia
La política medioambiental de la APV pivota sobre tres ideas básicas: actuar como motor del resto de la comunidad portuaria y logística para el desarrollo de acciones de carácter medioambiental; liderar la aplicación e implantación de las medidas actuando como banco de pruebas; y contribuir a la concienciación y difusión no sólo de la necesidad sino también de la idoneidad de la aplicación de medidas ambientales en los procesos habituales.
La capacidad de aplicación de los proyectos de estudio y diagnóstico medioambiental que se desarrollan al amparo de la Unión Europea es uno de los talones de Aquiles de la política medioambiental. Un punto débil que ha llevado a cuestionarse el nivel de concreción y sentido práctico de unas medidas que requieren, además, que las empresas destinen recursos a su desarrollo. "Ya hay empresas, grandes multinacionales que se están implicando en este tema, interesadas en optimizar todos los procesos y, entre ellos, la cadena logística", asegura Federico Torres, director de Servicios Generales, Seguridad y Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria de Valencia. "Se está hablando de barcos de tecnología híbrida y eléctrica que permitan minimizar la emisión de gases de efecto invernadero, pero no sólo eso. En breve serán los clientes, las empresas, las que pidan a los agentes de la cadena logística y los puertos un nivel óptimo de eficiencia energética, entendiendo que estos eslabones forman parte de sus procesos y se enmarcan en sus políticas de Responsabilidad Social Corporativa", asegura.
Ocurre que en Europa parece haberse despertado cierta sensibilidad hacia el carácter práctico y concreto de las políticas medioambientales e interés por parte de las empresas por sustituir acciones publicitarias o de marketingk, por ejemplo, por acciones de mejora en toda la cadena: "Los puertos que estén en la vanguardia de tecnologías y políticas ambientales tendrán una mayor capacidad de atraer los flujos de determinadas empresas. Contar con esa gestión será una ventaja competitiva y por eso hemos impulsado proyectos como Eficon, Ecologistyport y Climeport", explica Federico Torres. No en vano el puerto de Valencia forma parte de World Ports For a Better Climate, un compromiso suscrito en Rotterdam por cuarenta puertos de todo el mundo para luchar contra el cambio climático. En esa misma línea, la Autoridad Portuaria ha desarrollado un Estudio de Ecoeficiencia y Sostenibilidad en los tres puertos que gestiona (Valencia, Sagunto y Gandía), una iniciativa enmarcada en Climeport, proyecto que nace en el año 2009 y finalizará el próximo año y que está destinado a estudiar el impacto que genera la actividad de los puertos en relación con la emisión de gases de efecto invernadero. El estudio, tal como explica Torres, se estructura en torno a cuatro bloques: el puerto como un todo; considerando las empresas que en él operan; por actividades y/o procesos; y desde el punto de vista de la maquinaria y equipos que se utilizan. "Desde este punto de vista operativo trabajamos sobre dos ópticas, el consumo de energía eléctrica y el consumo de carburante, que son los dos causantes de los gases de efecto invernadero y, a partir de ahí, analizamos la huella de carbono por determinado volumen de toneladas". Para alcanzar unos datos finales, la Autoridad Portuaria ha trabajado en dos escenarios, tráfico de buques y tráfico terrestre, y ha considerado multitud de variables, tales como asfalto, carreteras, equipos utilizados....Todo ello para homogeneizar los datos, que ahora serán validados comparándolos con los obtenidos por otro grupos de trabajo que lidera el puerto de Los Ángeles. "Nuestro objetivo número uno era conocer el impacto del puerto en emisiones de gas invernadero. Partiendo de esos resultados, el siguiente objetivo fue establecer unas buenas prácticas que entre todos los socios (Valencia, Marsella, Luka Koper, Livorno, El Pireo y Algeciras) hemos seleccionado", señala. Estas buenas prácticas llevan algo más de seis meses aplicándose en el puerto de Valencia y el porcentaje de ahorro energético se sitúa entre el 3,4% y el 3,5%, con la consiguiente eficiencia energética. Este proyecto eleva el concepto de eficiencia a la categoría de concepto clave y compatible al cien por cien con la sostenibilidad. Demuestra que más allá de la imposición por parte de gobiernos y autoridades de unas normativas de respeto medioambiental, es más que viable impulsar acciones medioambientales encaminadas a la eficiencia y el ahorro y completamente integradas en el fin de la empresa. Ejemplo de ello es también el proyecto Ecologisticport sobre la eficiencia en empresas del sector portuario, que ha permitido ahorros energéticos situados entre el 4 y el 9%. En este contexto el papel de los puertos parece claro y definitivo: "El puerto de Valencia se entiende como motor, no como un fin en sí mismo y por ello tenemos que hacer un efecto arrastre sobre las empresas de la comunidad portuarioa y logística, trasladarles nuestro know how y actuar como facilitadores", asegura Torres. También desarrolla el puerto una labor de concienciación y formación: "Desde hace cerca de doce años - añade- se constituye el grupo de trabajo Ecoport, liderado por la APV y del que forman parte las empresas que participan en la cadena de transporte. Es un modo de hacerles partícipes de todas las acciones que realizamos y de recibir sus propuestas". Del trabajo de este grupo surgen las guías y cuadernos, como el de ecoeficiencia, que ayudan a trasladar a la comunidad logística las claves de este concepto. Entre ellos, el E4Port, Guía para la implantación de sistemas de gestión energética por niveles en instalaciones portuarias, que se presentará en breve acogiéndose ya a las exigencias de la ISO 50001 para la certificación en eficiencia energética. Junto a la labor de concienciación existe el otro perfil, la imposición: "En Estados Unidos, con independencia de sí es o no aconsejable y necesario, existe una exigencia normativa respecto a las empresas que les obliga a cumplir unos requisitos medioambientales que pueden llegar a influir en que se les conceda un préstamo, por ejemplo", señala el responsable de la APV. "Pero es que en este caso- continúa- los resultados hablan por sí solos y con el concepto de eficiencia energética la traducción en ahorro es inmediata. Es cierto que en otros sistemas de gestión la percepción es más lenta, por lo que tenemos que trabajar con ambos conceptos y aplicar uno u otro en función del tipo de empresa y de su madurez en cuestiones medioambientales". Con todo esto, la eficiencia energética se ha convertido en una decisión estratégica en dos sentidos. Por un lado, se mejora la sensibilización hacia el entorno y se contribuye a la sostenibilidad y, por otro, se obtienen ahorros energéticos directos e inmediatos. A estas dos razones se suma una de carácter impositivo, la que hace referencia a la exigencia por ley de determinadas políticas medioambientales. Este refuerzo del concepto de eficiencia, que en definitiva se traduce en un mayor uso práctico y útil de las medidas ambientales aplicadas, lo está utilizando la Unión Europea sobre todo en temas energéticos. "En Europa se está planteando, por ejemplo, la manera en que se puede reducir el consumo energético de los buques con el fin de minimizar la emisión de gases de efectos invernadero, aplicando energía eléctrica a los barcos, al menos cuando se encuentren en áreas próximas a zonas habitadas", señala Torres. "Obviamente no se puede suministrar energía eléctrica a los buques en cualquier condición porque el gasto sería muy elevado, sobre todo en España, donde la energía eléctrica es especialmente cara, de manera que estamos realizando estudios para ver cuáles son las zonas más sensibles. Se trata de decir sí al desarrollo sostenible, pero analizando muy bien a qué precio". Formación La formación es una herramienta esencial para la sensibilización de las empresas y la sociedad hacia la necesidad de mantener políticas que garanticen la sostenibilidad. Es el paso esencial para el convencimiento y la implicación y, por tanto, una herramienta de primer orden de los departamento de medio ambiente. Junto al grupo de trabajo Ecoport, la APV mantiene una actividad notable en la elaboración y envío de boletines sobre las acciones y proyectos en los que está implicada. "Siempre hemos realizado esta labor informativa y lo seguimos haciendo para facilitar el proceso a las empresas que se incorporan a estas medidas. Ahora, y debido a la coyuntura económica, estos cursos se realizan sobre todo en la modalidad on line, con la posibilidad de realizar la última fase de forma presencial", explica Torres. A lo cursos se suman las guías y folletos que se editan regularmente y se distribuyen entre las empresas: "Nuestra intención es llegar al 100% del sector e informarles de que, por un lado, la ley tiene determinadas exigencias y, por otro, les interesa implicarse en estos temas. Lo hacemos poco a poco, de manera que la empresa perciba la ventaja competitiva y vaya constituyendo los cimientos de nuevos conceptos que a medio plazo les serán beneficiosos", concluye Federico Torres. La empresa La Autoridad Portuaria de Valencia tiene una actitud proactiva en materia medioambiental en dos sentidos. Por un lado, en su papel de motor y facilitador para la implantación de medidas medioambientales en las empresas que desarrollan su actividad en el recinto portuario y entre las propias de la comunidad portuaria y logística. De hecho, son 17 las empresas certificadas, lo que supone el 50% de las firmas que operan en las instalaciones portuarias. Por otro, la APV asume como empresa estos compromisos medioambientales y sirve de ejemplo y referente en su aplicación. En este sentido, las instalaciones de la APV cuentan con la certificación B Alta y se encuentran en proceso de implementación de nuevas medidas de mejora energética que le permitirán obtener el reconocimiento de la categoría A, la más elevada. A modo de ejemplo, los edificios que constituyen el complejo de la institución cuentan con aplicaciones tecnológicas que vuelcan en un sistema de control los indicadores de consumo de energía de las diferentes oficinas. A través de una pantalla se informa a los usuarios (trabajadores de la APV) de los niveles recomendados de consumo y del consumo actual. "Ahora - explica Torres - vamos a añadir información sobre el ahorro que supone el respeto de estos niveles idóneos, de manera que se informe al personal de la importancia que tiene el uso que hagan de la energía en el trabajo. Se trata, en definitiva, de implicarlos en unas medidas que están siempre dirigidas a una mayor eficiencia". |
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