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Francisco Palau: “Los problemas de la estiba no tienen solución”
Con la experiencia que dan más de 45 años en el sector marítimo, Francisco Palao hace repaso para Valencia Marítima de lo que ha sido la evolución del puerto de Valencia en las últimas décadas. Entre los aciertos, la construcción de la terminal pública de contenedores y todos y cada uno de los gestores que han pasado por la dirección de la Autoridad Portuaria. Sin embargo, Palao advierte sobre la problemática en la estiba
Marino Mercante desde 1954, Francisco Palau trabajó hasta 1969 para varias navieras hasta incorporarse al buque “Hada” de la compañía que dirigía el valenciano Federico Ferrer.
Fue entonces cuando decidió quedarse en tierra después de dos años de realizar la ruta Valencia-Palma-Ibiza. En aquella fecha, este profesional, jubilado desde hace dos años, se incorpora al mundo de la estiba, puesto que era la propia compañía la que realizaba las labores de estiba y desestiba, mientras que la carga y descarga corría a cargo de la Junta de Obras del Puerto. “La estibadora ponía las máquinas en tierra y todo el servicio en los barcos -explica Palau-, con excepción de los que iban ‘a la parte’ y el personal lo contrataban a la OTP, denominada entonces y hasta 1975 Servicios de Trabajadores Portuarios (STP)”.
Palau ha sido y es, sobre todo, un enamorado de la mar. Entró en contacto con la que sería luego su profesión en Barcelona, donde la empresa Romeu se encargaba de consignar los buques en los que él viajaba como marino mercante. Le unía a esta compañía, además, otro hecho: la familia procedía de Tarragona, de donde también es originario Francisco Palau. Los inicios en la estiba de este rotundo profesional fueron en la compañía Maroes hasta el año 1970, en el que se constituyó Cargas y Estibas, S.A. y de ahí a Cesa Stevedoring, constituida un 1 de agosto de hace 37 años. “La operativa se desarrollaba en el Muelle de Levante y las oficinas estaban ¡ ubicadas, y lo han estado siempre, en la Lonja del Pescado. “Cuando cerraron la Lonja y el Restaurante Jose Mari llegó el momento de jubilarme”, asegura Palau, que ha dedicado 30 años de su vida a la estiba y otros 15 a la Marina Mercante. “La jubilación tiene que llegar -reconoce Palau- y yo he intentado estar preparado para jubilarme durante dos o tres años y ahora quiero dedicarme a disfrutar”. Como casi siempre, en esta etapa, que unos tildan de dulce pero que para otros resulta bastante dura, lo importante es “tener algo que hacer”. Y Francisco Palau es activo por definición, además de por carácter. Los años de profesión le dan una perspectiva clara: la gran asignatura pendiente del puerto es la estiba. “Por lo demás, el puerto de Valencia ha tenido un recorrido perfecto, con muy buenos directivos y con una decisión fundamental para su éxito: la construcción de la Terminal Pública de Contenedores”, explica. “Esa ha sido la gran inversión del puerto de Valencia y un revulsivo, una millonada para la época que ha permitido a Valencia no perder el tren de la competitividad”, añade. Palau aplaude también la concesión al primer cliente del puerto, la naviera suiza MSC, de una terminal propia y reconoce en Sagunto una buena oportunidad de crecimiento y desarrollo, con una zona operativa y unos terrenos con muchas posibilidades. “Las comunicaciones son muy buenas y hay allí unos terrenos en barbecho de Altos Hornos importantes, con ocho millones de metros cuadrados a los que hay que darles un contenido”. En este sentido, Francisco Palau apoya la iniciativa de la Autoridad Portuaria de reservar el tráfico de contenedores para Valencia y el resto destinarlo a Sagunto. En cuanto a la estiba, se muestra radical y seguro: “No tiene solución”. Dice que siempre ha faltado y falta unión empresarial y el tema se viene arrastrando ya varias décadas. “Muchas veces las empresas están atadas de pies y manos. El centro de decisión está en Madrid y estos trabajadores son más propensos a la huelga. Si no trabajan para una empresa, lo hacen para otra. Ahora ya no hay cajas de resistencia, pero con esos salarios, no hacen faltan”. La única salida posible sería, en su opinión, que cada empresa tuviera sus propios trabajadores: “Los rendimientos se incrementarían una barbaridad, como ocurre en otros puertos europeos, en los que hay trabajadores fijos y una bolsa cuando es necesario más personal”. “Además, una grúa -añade- vale seis o siete millones de euros y no es un arma de trabajo que pueda ir cambiando de manos. Yo abogaría porque cada empresa tuviera maquinistas fijos, con cuatro obreros fijos, uno por cada turno”, asegura. Sin embargo, gran parte de la responsabilidad radica, para Palau, en las propias empresas, que no hicieron uso cuando pudieron en determinados momentos: “No hicimos uso del 25% ni de muchos de los contenedores del Decreto Ley que lidero don Álvaro Espina en 1982 y que estaba muy bien hecho”. |
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