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Sábado, 02 de noviembre de 2024


Cincuenta años dedicados al transporte
Vicente Pellicer inaugura hoy una sección que Valencia Marítima quiere reservar a los que más saben. Los que más saben de transporte, de barcos, de muelles, de estiba... Los profesionales que en los últimos años han aportado su grano de arena para hacer del puerto de Valencia uno de los principales enclaves del Mediterráneo y los que han contribuido con su esfuerzo a consolidar la comunidad portuaria. Pero no queremos hablar sólo de bondades, del crecimiento del puerto (indiscutible) y del aumento constante de los tráficos en los últimos años. Lo que pretendemos es ofrecerles retazos de vidas, personales y profesionales, que no siempre han sido tan dulces; brochazos de lucha, de trabajo, de horarios interminables, de esfuerzos físicos y de retos que parecían insuperables. Hablar con los protagonistas de unas décadas que no pintaban tan rosas. Para conocer de dónde venimos y, claro, a dónde vamos.
VM, 11/07/2007

Es uno de los valedores de la celebración de San Cristóbal en el puerto de Valencia, al que ha estado vinculado durante más de cincuenta años, un largo período que ha servido para acumular anécdotas, vivir en primera persona muchos cambios y hacer grandes amigos en el sector. Vicente Pellicer aún se sorprende de que cerca de tres años después de dejar el día a día, siga recibiendo llamadas de profesionales del sector, de amigos, e invitaciones para comidas, cenas, reuniones...No es todavía consciente de que ha dejado huella en el transporte de contenedores y en el puerto de Valencia y que las vivencias acumuladas en este medio siglo de profesión le aportan un valor incalculable.

"Puedo presumir - dice tímidamente- de que una plataforma construida por una factoría tarraconense hace cuarenta años lleve mi nombre". También puede presumir de honestidad, de ir con la verdad por delante y de haber sacado adelante una empresa que inició su andadura de la mano de su padre y con un carro como única herramienta.

Pellicer se adentró en este sector con sólo 14 años, como era habitual en la época, realizando el transporte de chapa y madera entre la fábrica y el almacén de la mano de Francisco Palmero, industrial de la madera y amigo de su padre. Un año después se inició en la actividad de los troncos en el puerto de Valencia, un sector que durante muchos años tiró del recinto portuario y lo convirtió en uno de los más importantes de España. "En 1960 compramos los primeros trailers - explica - y colaboré personalmente, con sólo 20 años, en el diseño de la plataforma con el ingeniero, de manera que aún hoy en día hay una plataforma que se llama SP22-Tronco Pellicer".

Entre 1955 y hasta entrada la década de los noventa el tráfico de troncos centró la actividad de Pellicer, con movimientos de entre 750 y 800 troncos al día. Sin embargo, a partir de 1993 la mano de obra se había encarecido y la madera ya llegaba al puerto serrada o semimanufacturada, de manera que se mantuvo el tráfico pero con una intensidad mucho menor.

A partir de esa fecha el transporte tuvo que reconvertirse al contenedor. "Supuso una transformación total para las empresas- asegura -. Los camiones que teníamos para troncos estaban reforzados para estas mercancías y eran demasiado pesados y tuvimos que renovar la flota, adentrándonos en un sector aún más competitivo". Pellicer fue uno de los pioneros y tuvo los primeros grupos electrógenos homologados por Industria para el transporte de contenedores frigoríficos. "Empecé en el transporte de contenedores, combinado con el de troncos aunque con volúmenes mucho menores, con dos camiones y cuando apenas había transportistas que realizaran esa actividad", añade.

Paralelamente a esta actividad profesional Vicente Pellicer siempre ha tenido una actitud muy activa en la defensa de los intereses del sector. "Cuando desaparecieron los sindicatos verticales, entré en la Asociación de Transporte Discrecional de Mercancías y contribuí, entre otras cosas, al diseño de las primeras cuotas que se hicieron en la Federación Valenciana de Empresarios Transportistas.

"He estado ligado a la FVET toda la vida y aún hoy formo parte de la Comisión de San Cristóbal", señala Pellicer. Explica que Antonio Villafranca, Ramiro Martín, Ángel Grande y él mismo decidieron recuperar una fiesta familiar y de carácter popular: "Lo retomamos con muy pocos medios. Nosotros mismos comprábamos el aperitivo e incluso mis hijos y sus amigos ayudaron a montarlo todo. Eso sí, siempre hemos tenido el apoyo de la Autoridad Portuaria, cediendo el tinglado número 2 en el puerto, y el Ayuntamiento".

San Cristóbal
Hará unos doce años que se retomó esta fiesta y poco a poco las casas comerciales empezaron a colaborar con el encuentro: "Gracias a ellos hemos logrado hacer la que dicen que es la mejor fiesta de San Cristóbal de toda España. Participa todo el mundo (empresarios y familias, gente de la vida política, etc). Hace unos años - añade - decidimos rendir homenaje a un gran profesional y defensor del sector, Andrés Mira, y creamos unos premios en su honor, que se entregan en el transcurso de una cena (en esta ocasión el próximo viernes) y que ya han recibido, entre otros, la Familia de Ramiro Martín, Ángel Grande y Arturo Virosque". Cerca de quinientos vehículos se esperan este año el próximo sábado en el Tinglado número 4 del puerto de Valencia para recibir la tradicional bendición y participar luego en la misa y la comida popular.

La apuesta por el transporte y su idea de defender los intereses de los profesionales que lo integran le llevaron a presidir durante un tiempo la Asociación de Empresas de Logística y Transporte de Contenedores (ELTC). "Fue una buena experiencia. Coincidía con la época de masificación del contenedor y había que regular muchas cosas y considero que realizamos importantes logros (espacios para fumigación en el recinto portuario, tarifas unitarias, lograr compensaciones ante las colas de vehículos en las terminales, etc). Nos hicimos oír en la Marca de Garantía, adquirimos acciones de Infoport Valencia... En definitiva, me siento satisfecho de lo que trabajamos y tengo que reconocer que me rodeé de un equipo muy bueno".

Ahora el sector hace frente a nuevas propuestas, como la de que sea la Autoridad Portuaria la que lleve el control de los camiones que entran en el puerto. "Hace ya muchos años, cuando se constituyó la Asociación de Transporte de Contenedores del Puerto Autónomo de Valencia, decidimos implantar un código de barras en los camiones para que los guardamuelles supieran si los vehículos estaban o no legalizados. Como asociación - continúa - nos comprometimos a enviar a la Autoridad Portuaria la documentación de los vehículos y se crearon unas oficinas en el transversal de Poniente para la identificación de los camiones. Al cabo de un tiempo se dejó de hacer y se terminó con esta iniciativa, como siempre por una serie de intereses creados". Aún antes, cuando estaba el tráfico de troncos en su punto álgido, los transportistas hicieron un frente común ante las tractoras agrícolas que querían hacer las descargas. Una simple llamada de teléfono puso fin al intento.

Sin embargo, Pellicer asegura que el del transporte es el sector más fiscalizado de la economía nacional: "Tenemos que presentar los papeles cada dos años, demostrar nuestra capacidad económica a la hora de comprar un camión, con 6.000 euros por el primer vehículo y 5.400 euros por cada vehículo más. Muchas empresas se vieron obligadas con esta normativa a realizar ampliaciones de capital", recuerda.

En esta larga trayectoria, Vicente Pellicer puede contar muchas anécdotas, como aquella en la que un tronco destrozó el 127 de un compañero cuando trabajaban a las seis de la mañana o como alumbraban con los faros de los coches la operativa porque todavía no había salido el sol, o los 85.000 kilómetros que recorrió en cinco años trabajando para los militares y aquel día en que se dio cuenta de que había llegado a Valencia al ver el mar después de hacer la conocida y larga ruta Valencia-Cartagena-Zaragoza-Valencia. Muchos kilómetros a sus espaldas y la satisfacción de haber hecho lo que más le gusta. "La empresa exigía ya mucho capital y era el momento del retiro y de disfrutar de lo que no he podido hacer. Me queda la alegría de que aún muchos me preguntan cuando me ven ¿por qué no vuelves?".