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Viernes, 10 de enero de 2025

Tropiezos

Saludables “del’to” (I)
Avirul, 15/09/2006

Comienza un nuevo curso, nuevas experiencias y nuevas actividades que como siempre en estas fechas se resumen en que queremos estar mejor para navidades, así que además de los mil cursos de inglés, cerámica, pajaritas de papel y miles de etcéteras, nos apuntamos al gimnasio.

Un local imprescindible de pisar si queremos estar a la altura de las circunstancias en un mundo en el que todo es sano sanísimo, aunque nos fumiguen hasta los guisantes que comemos. Una doble moral de aquí te espero es la que induce a las masas en septiembre a apuntarse a los gimnasios, no por querencia, sino por simple y llana obligación. Tenemos que aparentar que somos y estamos sanos y tenemos una vida saludable, aunque habitemos en un planeta donde no hay ni un solo espacio libre de contaminación, los alimentos que comemos estén alterados, y nuestro cuerpo esté expuesto a miles de ondas radioactivas porque vivimos envueltos en aparatos electrónicos. ¡Pero hijos míos, líbrenos dios de no ser saludables y no tener un cuerpo “danon”!

Teniendo en cuenta todos estos datos, y a pesar de que sabemos, más que de sobra, que no vamos a adelgazar ni un gramo (porque todo el mundo sabe que hacer gimnasia da hambre), y que por mucha obligación nunca conseguiremos aleccionar a nuestra conciencia hasta el punto de ir todos los días a estos antros de castigo sobrehumano, no podemos pasear nuestras carnes grasas por ahí sin tener la coartada de que vamos al gimnasio.

Así que con el alma encogida nos disponemos a hacer nuestra aparición estelar en el lugar donde pagamos una cantidad nada desdeñable, un dato importante a tener en cuenta porque ignorantes de la vida, pensamos que así nos obligaremos a la tortura diaria.

Nada más entrar ya nos damos cuenta de que allí no pegamos ni con cola, pero aún así subimos al vestuario donde miles de personas humanas se pasean tranquilamente como el rey aquel del traje transparente, es decir como sus respectivas madres las trajeron al mundo.

Primer shock emocional no por esos seres humanos impúdicos, y muy bien que hacen, sino que, manías que tenemos, no nos gusta exhibir nuestras lorzas.
(Continuará...)