Nos estamos planteando si el próximo fin de semana va a venir el Papa o una convención de personas humanas con males intestinales porque si no, no se entiende la siembra de WC's.

Los hay de todos los colores y tamaños porque parece que estos fieles no pueden hacer sus necesidades en la calle, como hace todo hijo de vecino en Fallas o en San Juan, que colocan dos para toda la playa.

Se ve que para esta convención tan de business, son necesarios meaderos a mansalva porque está claro que ésto va a ser pa..., tanto que se ha previsto esta pandemia tan de andar por casa, nada acorde con los altares con microclima. Que no nos aclaramos.

Pero es que nos hemos vuelto locos definitivamente, porque cómo es posible que no contentos con cortar el tráfico por doquier ahora llenamos toda la ciudad de WC's. Da que pensar, será que las personas que se congregarán en Valencia el próximo fin de semana padecen de incontinencia. A lo mejor es que también hay categorías para la cosa de los cambios de aguas. A ver cómo se explica este misterio. También puede ser que las previsiones apunten a una colitis masiva, o que les van a dar salmonella a todos o qué.

Eso sí, da gozo pasear por esas calles plagadas de wateres. En un paisaje idílico, soñado por Calatrava, se apilan sienes y sienes de cubículos grises para hacer las necesidades propias y ajenas. Espectacular.

A este paso, Valencia no va a pasar a la historia como la sede de la America’s Cup o la ciudad que más tonta se puso para recibir al Papa, sino como la ciudad del millón de wateres, muy bonito y elegante. Esto si que es querer que se hable de uno aunque sea mal. Y hablando de malos, esos serán los olores que se desprendan de estas piezas de coleccionista, por la cantidad más que nada. Además, cómo van hacer para desaguar todos estos efluvios píos.

Después de plantear tantas preguntas sin repuesta, sólo nos queda diáfana, y estarán de acuerdo, una idea: Esto va a acabar oliendo.