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Viernes, 10 de enero de 2025

Tropiezos

Queremos el hielo
Avirul, 16/06/2006

El mundo está hecho para complicarnos la vida, siempre ocurre lo mismo, y aunque el tal Murphy pensase que había descubierto la panacea de las teorías es evidente que todos, en nuestro día a día, sufrimos en propias carnes esa famosa ley que la habríamos podido descubrir cualquiera.

Es cierto que hay días mejores que otros pero evidentemente esta teoría funcionaría menos si no nos obcecásemos en ponernos en situaciones inverosímiles.

Ejemplo. El porqué cuando se nos acaba el refresco en el vaso nos empeñamos en comernos los hielos sin quitar el limón, es una gran incógnita. La consecuencia es más bien previsible, el limón nos acaricia, por decirlo de alguna manera, las narices y los hielos se empeñan en quedarse en el culo de vaso in eternis. Desde allí nos miran riéndose mientras su cuerpo se deteriora continuamente. Nos da rabia y seguidamente viene la operación de meter el dedo, que por supuesto no funciona, así que en última instancia y a riesgo de dejarnos sin dientes, con el vaso inclinado damos un golpecito hasta que los trozos de ice se desprenden y efectivamente chocan contra nuestra dentadura alegremente, total para luego no poder tener el hielo en la boca ni dos segundos porque como era de esperar se nos calan los dientes.

Resultado, más de cinco minutos de nuestra preciada vida perdidos para qué, para nada.

Bueno para conseguir un dolor de muelas considerable y sentirnos como imbéciles porque el resto de la mesa no para de mirarnos como si de un experimento se tratará. A ver cuanto tarda un mono en darse cuenta de que lo que está haciendo es infructífero y además le hace daño.

Lo más curioso es que en estos casos, las personas que nos rodean nos miran con condescendencia. No nos importa porque en el fondo sabemos que quién más o quién menos alguna vez ha querido hielo.