Juan Antonio Torrijo se inició en el mundo de la pintura a muy temprana edad, cuenta que en su barrio era el niño que siempre dibujaba, aunque tardó veinte años en descubrir su real vocación como artista.

A esa edad comenzó a estudiar de forma autodidacta y a pintar en serio. Desde entonces su evolución va desde lo real hasta lo abstracto que siempre ha sido su objetivo. “Mi idea era pintar algún día abstracto o surrealista pero sabía que primero tenía que beber de la belleza, las formas y los colores de lo real, para poder dedicarme a la abstracción, que para mi es como la música clásica, universal”.

Entre los materiales, los convencionales, óleo, témpera o acrílico, y los no tan convencionales como polvo de mármol, resinas o arena de playa. Un gran universo de materiales son los utilizados por este artista que por encima de su arte antepone su familia. Tal y como Torrijo concibe la existencia: “la vida en su totalidad es una gran obra de arte, que empieza al nacer y termina al morir”.

Teniendo en cuenta lo difícil que resulta hacerse un hueco en el manipulado y complicado mundo del arte, Juan Antonio Torrijo decidió llegado un punto de su vida seguir por un camino menos comercial, participando en pequeñas salas de exposición y comenzó a trabajar por encargo sin renunciar a seguir evolucionando.

En 1973 comenzó a exponer y hasta ahora no ha dejado de hacerlo. En estos momentos se encuentra preparando la siguiente exposición para la que está trabajando. Será a partir del año que viene cuando podamos volver a sorprendernos con sus obras y su evolución.