Estamos sin luz. De vez en cuando las luces se nos apagan a todos y en esos momentos en que nuestras neuronas duermen a pierna suelta nosotros nos quedamos como tontos con iniciativa, un grave problema para nosotros y para el resto de los humanos que nos rodean.

Porque no hay nada más peligroso que un lerdo en activo. Muchos de los cataclismos mundiales de la historia han sido producidos por este apagón general, que en algunos casos nada tiene de transitorio.

Una pena. En estos momento podemos hacer las mayores estupideces de nuestra vida con la alegría de habernos conocido. Y el resto de mundo contempla pasmado la sarta de ridiculeces que hace el señor o señora que tiene completamente anestesiadas a sus neuronas.

Las causas de estos apagones son un misterio de la humanidad poco estudiado por la ciencia, y ya es hora de que se pongan manos a la obra para saber por qué les suceden estas cosas a los humanos. Desde luego nos evitaríamos grandes males. A ver si no, cómo se explican algunos resultados electorales, el ejemplo más patente, Bush. Risa nos da el gran apagón de Nueva York en 1977.

El caso es que, de vez en cuando, unos, y desde que nacieron, otros, sufrimos este mal congénito que nos hace muy peligrosos para la sociedad y para nosotros mismos. De hecho muchos dicen que el infierno está con nosotros. No hay nada más infernal que vivir con un tonto colgado del brazo. Como tantas otras frases de nuestra tradición oral, cuánta razón lleva.

Y es que hay comportamientos que se ven por ahí en los que interviene a la fuerza este curioso fenómeno de siesta o coma neuronal. Vayan pensando que seguro que se les ocurre algo, y no muy lejos, no oyen el ruido de las máquinas excavadoras... Viva la America’s Cup.