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Viernes, 10 de enero de 2025

Tropiezos

Tic, tac, tic, tac...
Avirul, 03/03/2006

Tic, tac, tic, tac...nuestro despertador no pierde comba hora tras hora, mientras nosotros no pegamos ojo ni con "superglu", tenemos unos nervios que nos matan y estamos pasando un frío tremendo porque hemos osado a meternos por el mismo agujero por el que salimos esta mañana.

Mientras intentamos coger la postura, esa idónea que nos va a dirigir hacia el paraíso terrenal de los sueños rosas, acabamos de sacar de quicio las pocas puntas de las sábanas que aún permanecían en su sitio. Estamos en Siberia, a pesar de que llevamos puesto encima más algodón y lana que la oveja Dolly. Nuestros píes podrían albergar a una familia de pingüinos y nuestra nariz se está convirtiendo en la punta de un iceberg. Mientras, recordamos que hoy no nos deberíamos haber levantado de esta cama ahora patas arriba, porque nos han pasado infinidad de cosas de las que mejor no acordarse a no ser que queramos velar hasta la madrugada.

El caso es que el aburrimiento hace mella en nosotros y no tenemos más remedio que recordar ese sándwich que nos hemos tenido que comer a mediodía porque nos hemos dejado la comida en el despacho, o en la horita que hemos pasado encerrados en el balcón porque como nuestra casa se ha convertido también en un espacio sin humo nos recluyen a esta fría parte de la morada para que hagamos las veces de chimenea. Y cuando ya nos habíamos confortado nuestra cara de felicidad pasó en 0,2 segundos a la desesperación cuando descubrimos que estábamos encerrados en el balcón viendo cine mudo en la tele. Después de observar con detenimiento hasta el hipnotismo la puerta de entrada de nuestra casa, de convertirnos en una ostra elevada al cubo, del aburrimiento, y estar más congelados que Walt Disney, alguien abrió puerta de nuestra salvación, sin percatarse del muerto viviente que vegetaba en el balcón. Anda que no se paseó veces la persona humana ante nuestras narices hasta percatarse de nuestra congelada presencia, mientras nosotros entrábamos en calor bailando la tarantela sin ningunas ganas.

Con un día así no se puede esperar más que una noche como ésta.