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Viernes, 27 de diciembre de 2024

Editorial

El yugo
Avirul, 15/07/2005

Cómo podríamos organizarnos para no tener que estar siempre pidiendo permiso para todo, para no tener que pagar continuamente por todo, por seguir nuestra vida sin tantos agobios como pasamos para llegar a final de mes.

Cómo hacerlo. No es fácil. Lo vendemos todo, nos vamos de alquiler y usamos el transporte público. Fuera móvil y vida asceta.

Sería más sencillo si no nos bombardearán con un montón de necesidades que realmente no tenemos. Todo el mundo, o la inmensa mayoría vive por encima de sus posibilidades. La publicidad nos genera el padecimiento de no poseer supuestas comodidades que el resto del universo tiene y nos hace sentirnos de menos por no seguir los trazados de los poderosos que continuamente intentan crear más y más necesidades para que el ciclo consumista siga su curso. Liberarse de todo se nos presenta a modo de una bola de lotería que casi nadie puede tener. Un absurdo que nos hace volver a adquirir costumbres y necesidades absurdas, como comprar los boletos por si por alguna de aquellas nos toca. Pero es otra trampa, porque incluso en el hipotético, y más que hipotético, poco probable, caso de que nos tocase alguna de las loterías existentes, lejos de liberarnos del yugo de las facturas, hipotecas y pagos a plazos, nos esclavizaría aún más a esta cadena que no se romperá, si no la rompemos nosotros, hasta nuestra muerte.

Para salir de esta rueda que nos engulle a todos, tenemos que echarle arrestos y empezar a desprendernos de todas esas cosas materiales que nos ha costado tanto conseguir. O sea de piso rutinario de paredes de papel, lleno de grietas a los dos días, con dos baños y tres habitaciones en escasos 90 metros cuadrados que pagamos hasta nuestra vejez. Ese coche
cuyo pago se prolonga hasta ocho años y que además tenemos que mantener a precio de oro.

Ese móvil en la mayoría de las ocasiones no nos da nada más que disgustos. Y tantas cosas que nos rodean con mucho dolor de bolsillo y que en la mayoría de los casos son superfluas.

¿Seremos capaces de desprendernos de tanto yugo?