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Tropiezos
Ordenadores
Tras superar la semana pasada donde recibimos órdagos de críticas por escribir sobre un colectivo tan sensibilizado, y la verdad que con razón, como el de los ciclistas, esta hemos decidido hablar de aparatos locos, que como son máquinas y de por sí ya nos hacen la vida imposible no correremos el riesgo de ser vilipendiados nuevamente, o eso creemos, vaya usted a saber...
El caso es que las personas que trabajen con estas máquinas diabólicas como son los ordenadores (que nadie sabe porqué les pondrían ese nombre cuando no paran de ponerlo todo patas arriba) sabrán a qué nos referimos cuando hablamos de esos momentos indescriptibles en los que el aparato decide que la barra de herramientas no está bien ubicada en el escritorio y como castigo insufrible la hace desaparecer. No puede ser si estaba ahí hace dos segundos. Comienza una búsqueda en la mayoría de los casos infructuosa muy parecida al arca perdida o el santo grial. El caso es que perdemos un tiempo precioso, no sólo nosotros, sino también los compañeros que vienen en nuestra ayuda para rescatar del más allá nuestra preciosa barra de herramientas.
Pero eso no es nada comparado a las averías que se producen a diestro y siniestro, que nadie puede solucionar excepto esos seres del otro mundo llamados "técnicos informáticos". Nuestro ordenador que hasta hace un instante solamente nos arrojaba signos ilegibles, en cuanto ve entrar por la puerta a estos seres inmaculados que hablan en chino, es como si hubiera visto a la Virgen María, y el milagro se obra. El aparato de repente sigue a su Word, la -m- con la -a-, tranquilamente y primero paz y después gloria. Mientras nosotros tratamos de explicarle a este profesional lo que el desgraciado estaba haciendo todo el día sin llegar a conseguirlo. Total, después de hacernos un exhaustivo examen de aparatos y piezas desconocidas que parece que nuestro ordenador lleva en aparejo, el técnico se va con la idea de que estamos como una cabra. En cuanto estas máquinas endiabladas oyen el portazo de su ser querido, nadie los entiende mejor, (desde luego), vuelve a las andadas y antes de que este ser llegue a su oficina ya estamos llamando otra vez desesperados. Resultado: una factura inmensa llena de visitas inútiles, la plantilla desquiciada, y un equipo informático digno de un exorcista. La realidad siempre supera la ficción. |
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