Bueno, bueno, el próximo lunes, además de ser ese día fatídico de la semana en el que no queremos levantarnos, es el Día de los Enamorados, ¡Yupiiiii!

Ya podemos ir pensando que hacer para este día por el que volveremos a visitar con extrema rapidez y enfado los amados centros comerciales en busca de ese detalle mínimo que acaba saliéndonos por un ojo de la cara.

Es que no paramos, tenemos una ansiedad y un no sé, que no puede ser. Y decimos nosotros, si han inventado el Moobing, esa enfermedad que padecemos la inmensa mayoría de los proletarios, y que podrían haber llamado también el síndrome de la población activa, porqué no inventar otra enfermedad que defina, identifique y ¡por dios!, palie esta ansiedad a la que nos somete la sociedad que está sometida a su vez por el marketing y la publicidad, y que, a su vez, están manejadas por esas casas de castigo a las que tenemos que volver, queramos o no, todos los meses, e incluso semanas. Ahí queda la pregunta, retórica.

Nos desviamos del tema pero volvemos a la carga. Desde luego que ya escribimos el año pasado de este día pero no se nos puede pasar sin decir unas palabritas de apoyo y comprensión a todos aquellos que lo padecemos, o sea al conjunto de las personas humanas.

Porque unos nos rompemos la cabeza y los cuernos, a veces no figurados, por descubrir que
podemos regalar “arreglao pero informal” en este día que encima cae en lunes.

Y otros porque hay que ver que asco que constantemente nos están recordando que estamos más solos que la una, que a ver que problema hay. Si estamos mejor solos que mal acompañados.

Hay que tener paciencia, por un lado, para ser ingeniosos y no dejarnos medio sueldo; y por otro, para pasar olímpicamente del tema. Paciencia para poder superar esta amarga prueba a la que, en muchos casos, se tendrán que someter parejas que sólo se acuerdan del amor cuando los abduce la publicidad, que ya es triste la cosa. Dada la situación, es mucho mejor la soledad.