Eso de dónde viven 10 viven 2.024, es mentira. En nuestro cuerpo no caben más virus, ya nos hemos cansado. Qué ya está bien, que nuestra pareja se ha tenido que ir a dormir al sofá porque no cabemos tantos en la cama. ¡Que no puede ser hombre! Que además, también convivimos con una jauría de mocos que no se van ni con agua hirviendo. Yo entiendo que la vivienda está muy cara pero hombre, que se busquen ya otra que la nuestra está que da pena.

Oye, que no paramos de comprarles billetes para el Nunca Jamás (todos los medicamentos que encontramos) y parece que en vez de eliminarlos los alimente. Ahora nuestra relación es tan intensa que nos da pena matarlos, pero que por favor se vayan ellos solos, que aquí no hay más que rascar, que los hemos acogido a todos.

No entendemos que querencia tienen por nosotros, pero es mucha, porque, no conformándonos con los que ya portamos, recogemos a todos los de “l'alredorá”, que nos está entrando un complejo de autobús, para morirse, nunca mejor dicho.

No podemos más, estamos hasta el gorro de padecer tanto, y pasar tanto frío, y constiparnos tanto, y todas esas cosas que nos pasan. Porque otra es ir al médico. Cuando estamos que nos morimos, a repletar de estos bichos, cómo puede ser que además tengamos que esperar toda una mañana, en estado de shock, en el ambulatorio de turno. Allí hacinados con otras personas humanas a las que también les salen los virus por las orejitas. Esto debe de organizarlo alguna organización vírica que para que se conozcan y esas cosas, han encontrado en la Seguridad Social el mejor caldo de cultivo para sus fiestas.

Allí el uno tose, (en nuestra oreja), el otro vomita, el otro se duerme, el otro no puede respirar, el otro se marea. Y con este ambiente, los virus se lo pasarán bomba pero desde luego los pacientes, pacientísimos, que estamos allí, no vamos a salir vivos de la experiencia de ir al doctor. Total para que nos recete lo mismo de siempre.