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Logística: Calidad vs Precio
Quim Eugene’s
La logística es un servicio esencial para la sociedad, así se decretó en la pandemia del COVID-19. Resulta necesaria para enlazar productores con consumidores, por lo que está claro que existe y siempre existirá.
La relevancia logística es evidente, pero siempre nos topamos con la dicotomía de calidad logística frente al precio a pagar por ella. En épocas de bonanza económica suele primar la calidad del servicio, mientras que, a la inversa, en momentos de crisis, el coste prima, algo lógico, si bien hoy por hoy se debe ofrecer la máxima calidad con el menor precio posible para lograr la satisfacción de los clientes, y esa cuadratura del círculo no resulta factible para todos los jugadores de la cadena de suministros.
La hipocresía social exige transportar minimizando las emisiones contaminantes, pero todo rápido y bien servido, pagando 4 chavos, lo cual denota los tiempos en los que vivimos. La imagen prevalece a la realidad. Queda claro que, en estos momentos de cambios profundos, muchos actores no tienen lugar y se ven abocados a cerrar la persiana. Las multinacionales lo tienen más fácil para sobrevivir en el mercado y son las que se llevan gran porción del pastel. Está claro que cuantos mayores recursos se tienen, más innovación está al alcance de las manos. Pero no debemos caer en la trampa de la innovación, dado que tendemos a creer que debe darse para mejorar la calidad, más bien las empresas buscan innovación para mejorar costes, pero de todo se da en el mercado. La tecnología ayuda, pero cuesta lo suyo y si no aporta beneficio empresarial deja de desarrollarse debidamente. Por ejemplo, la tecnología blockchain supone un giro sustancial en la calidad logística, garantizando trazabilidad en tiempo y forma, pero hoy por hoy, parece una mejora de calidad que pocos clientes quieren o pueden pagar. En el sector, las navieras portacontenedoras representan una clara definición de la disyuntiva entre precio y calidad de servicio. Si no hay carga, amarran buques y se saltan escalas sin rubor alguno amparándose en las cláusulas del B/L. Transportan las mercancías como y cuando pueden. Ahora que los volúmenes de carga son menores a los deseables, empeoran la calidad de servicio e intentan subir los precios vil y llanamente. Personalmente considera esta pluma que son una especie de seres malignos que se han cavado su propia tumba. La sobrecapacidad es exagerada, sobra espacio por doquier y los astilleros no paran de entregar buques sin cesar, claro se firmaron contratos en épocas de bonanza y ante la feroz competencia existente ninguna naviera quería quedarse atrás. Todo un sinsentido. Tres cuartas partes lo mismo en el caso de las aerolíneas, si bien en los aires la competencia resulta dispar y su naturaleza difiere a la guerra en los océanos. Además, se combina carga con pasajeros y las naves pueden reconvertirse, cosa que no es viable con los buques portacontenedores. En la carretera y almacenes logísticos, la dicotomía título de esta columna resulta más acuciante, sobran las palabras a este respecto. Almacenar y entregar un paquete no cuesta 3 euros, veremos hasta cuando se sostiene el mercado y si se logra un punto de equilibrio entre calidad y precio. Quim Eugene’s |
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