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Tropiezos
ITV
Tenemos que pasar la ITV y el suplicio que ello conlleva. Primero tendremos que pasarnos por el centro en cuestión por enésima vez para comprobar que con la cola que hay no saldremos de allí en un par de días, algo que en nuestro trabajo desde luego no va hacer demasiada gracia, así que repetidas veces nos volveremos por donde hemos venido e intentaremos suerte otra vez.
Mientras tanto cada vez que nos cruzamos con un coche de policía sudamos, ponemos cara de "excelentisisissimo" ser humano y rezamos para que no nos paren.
Muchos días después de que se haya pasado la fecha límite, damos en la diana aunque por supuesto, tendremos que seguir aguantando una cola medianamente decente, un par de horas interminables si tenemos en cuenta que antes de llegar hasta aquí, con las prisas, nos hemos subido a un bordillo. Más de 120 minutos de espera torturantes, sin dejar de pensar que seguro que le hemos hecho algo malo malísimo al coche en sus pobres bajos, él que ya de por sí pasa esta inspección por los pelos, cuando la pasa. Cuando al ser humano de delante le toca el turno, cambiamos de pensamientos y comenzamos a inspeccionar cual será el operario que nos podrá tocar a nosotros. Con seguridad se puede afirmar que será el que menos confianza nos inspire, esa es la Ley de Murphy. Es nuestro turno, el profesional en cuestión habla para el cuello de su camisa con lo que metemos la marcha atrás, cuando hay que frenar y frenamos cuando hay que arrancar. Evidentemente con este buen entendimiento, se nos cala el coche al menos un par de veces, tenemos empapado el sillón de coche del sudor frío que recorre nuestro cuerpo y el señor en cuestión está cada vez más harto, y aún nos tienen que comprobar los humos, que tendrían que comprobárselos al operario en cuestión que se ensaña apretando nuestro pobre acelerador con ahínco, que no lloramos porque nos da mucha vergüenza después del espectáculo anterior. Cuando por fin salimos hay que reconocer que es una experiencia muy desagradable, que pasa a ser eufórica cuando nos dicen que está perfecto nuestro trasto. |
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