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La canción del verano
Ignasi Llibertat
En España estábamos acostumbrados a gozar hasta la extenuación de un tema estival, cada año, cada verano, bailábamos y tarareábamos una canción.
Pues entre coronavirus, YouTube, Spotify, y demás medios digitales, hemos perdido esta saludable costumbre. Evidentemente este verano ha sido el más enrevesado, estresante, y extraño de nuestras vidas. Después del confinamiento, pocas ganas y ánimos de escuchar cancioncitas por la radio… Esta temporada, la verdadera canción del verano la protagonizó nuestro desgobierno central sin lugar a dudas. Bueno, más que canción, cada rueda de prensa especial de nuestros dirigentes ha resultado como una titilación de un decepcionante drama.
Chapucero y panderetero. Nuestro Presidente tuvo que meter en la nevera a sus primeras espadas, por cagadas de nivel mundial, que en otros sitios no se tolerarían o significarían una dimisión, al menos por honor. Hacer el ridículo internacional, puede ser una estrategia de marketing, quizás crean que todo ruido, aunque negativo es ruido, y ahora como el postureo es lo que tira a las nuevas generaciones, pues bajo una premisa errónea, lo han dado todo. Sería patético volver a hurgar en las deficiencias, patinazos y malas decisiones (además de desperdicios y malversaciones de dinero público) de la mayoría de ministros actuales, tan solo mataríamos nuestras endorfinas, las pocas que seguimos atesorando en nuestros cuerpos serranos. Lo que es remarcable, es el escaso afán de protagonismo de la ministra de Industria, Comercio y Turismo. Apenas se la ha visto en los titulares y hasta otros más ineptos han chupado más cámara en estos meses pasados de escenario COVID-19, cuando parece que debería ser una de las posiciones más cruciales del desgobierno. Es que ese ministerio aglutina 3 ejes primarios de nuestra castigada estructura país. Llegados a la Nueva Normalidad, la realidad es que necesitamos de la aportación cualitativa de la Sra. Reyes Maroto para reactivar el motor económico en Industria, Comercio y Turismo. Es una papeleta complicada, sobre todo cuando el resto de compañeros ministros no ayudan a hacer nada bien. Se le quitan las ganas a uno de todo. Las malas lenguas vociferan que el desgobierno pretende aumentar el gasto público (ya en el techo histórico), recortando impuestos. Utopías y matemáticas no tienen por qué entenderse, como lo que nos toca padecer, que no hay quien los entienda. Los famosos abuelos pastores economistas de Soria lo decían claro allá por 2007: "700 pesetas por un güisky, pues ponte un chorro de agua y te ahorras 700 pesetas", "economía no hace falta estudiar, el hombre que gane 5 duros que gaste 1, si gasta 6, se jodió la economía." Sinceramente, estos póstumos economistas de la tierra llegaron a tocarme la fibra cuando escuché su mensaje por primera vez. No recuerdo cual fue la canción de ese verano, pero lo mejor de ese año fue poder descubrir el claro discernir castellano de eso dos grandes maestro de realidad, dura realidad; quizás la tengamos más cerca de lo que creemos, y pinta muy dura. Pero para el desgobierno no pasa nada, sacamos la pandereta y nos hacemos las canciones del verano que nos imaginemos, y ¡todo el año! Qué lástima de tiempo perdido, el venidero, si no nos centramos un poco, puede ser tedioso y aflictivo. Esperemos tener una buena canción del próximo verano. |
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© 2017 Valenmar S.L.
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