Cada vez que veo el anuncio de la lotería o la once o algo así, que promete hacerte rico con un golpe de suerte, babeo.

Es una mujer en la playa, relajadísima, contando que es ex de todo lo malo que tenemos que soportar los que trabajamos todos los días para poder vivir. Y además, sin quejarnos mucho porque tenemos la inmensa suerte de poder trabajar, o de poder vivir con nuestro trabajo, que también es bastante.

Como la memoria suele ser muy corta y estamos inmersos en este mundo consumista que nos obliga a ser competitivos siempre, cuando vemos ese anuncio no pensamos en toda la gente que mataría por nuestro trabajo, aunque si de verdad lo tuviera mataría por dejarlo. Sólo percibimos la cantidad de cosas que haríamos si nos tocase alguna lotería, y pudiésemos largarnos lejos. Porque las vacaciones no nos dan para mucho, además, otra de las grandes mentiras de este mundo consumista es que cuanto más dinero gastemos y más lejos nos vayamos de vacaciones serán éstas mejores, y la verdad es que nos enredamos en un estrés innecesario, cuando lo importante es pasar nuestros días libres donde más a gusto estemos, y con nuestra gente.

Pero bueno, ni yo consigo llevar a cabo este precepto, así que como íbamos diciendo lo de las vacaciones es un engañabobos. Lo que sería estupendo es no tener de verdad reloj y poder hacer lo que realmente nos apetece en cada momento sin tener que preocuparnos de las consecuencias. Aunque también es verdad que éste es un sueño snob e irreal, porque ni siquiera a los que les toca la lotería son capaces de vivir así, porque el ser humano siempre tiene que tener problemas, si no él se ocupará de buscarlos.

Así que lo importante, bajo mi modesto punto de vista, es vivir hoy lo mejor que nos dejen y nos dejemos a nosotros mismos, sin pensar demasiado que será de no-sotros mañana. Carpe diem.