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Pero, y... ¿quién paga la fiesta?
Quim Eugene’s
Imprimir billetes no tiene mucho coste de producción, y parece que es la receta "mágica" generalizada para sustentar la necesaria recuperación del sistema globalmente, pero, y… ¿quién paga la fiesta?
Regalar dinero mola, desde niño he crecido viendo inverosímiles películas de Hollywood en los que se regala, se lanza, se tira, se desperdicia dinero a mansalva, por doquier y sin control alguno, por hedonismo epicúreo, por gusto, era divertido en las pelis, de niño. Ahora, el escenario así como los tiempos han cambiado. Antes se nos vendían duros a cuatro pesetas.
Hoy por hoy, duros son Vin Diesel o "The Rock" Dwayn Johnson… y las pesetas ni se las ve ni afloran de debajo de los colchones. Es lo que hay, cambio generacional, cambios de ídolos, de paradigmas, de visión. Pero el gasto sigue siendo lo mismo, si tengo y gasto la ecuación simple funciona. Si no tengo y pido prestado para gastar, la formula incluye un condicionante importante: afrontar el préstamo, eso no cambia. En la sociedad equitativa y solidaria actual es necesario prestar especial atención, cuidando a los más desprotegidos, pero regalar dinero puede no funcionar en el contexto actual. Sobre todo con el período estival por delante, resulta espeluznante pensar en que las ayudas pueden servir para irse de vacaciones… Todos tenemos derecho a vacaciones, somos españoles y es costumbre a las duras y a las maduras, pero también tenemos derecho a un uso eficiente y racional de los recursos públicos en pro del bien societario. Se multiplican las voces que en esta tesitura, claman por no "regalar" el dinero, e invertirlo en infraestructuras, estructuras para alcanzar la optimización de valor añadido generado en el país. Logísticamente, hay mucho que mejorar, y para ello, hay que invertir y esforzarse más que otros. Dada la privilegiada ubicación de la piel de toro, resultamos un enclave estratégico logístico. Portal de entrada y salida a otros continentes, todo un envidiable nodo de comercio global. Parece preferible invertir en facilitar la actividad empresarial y logística, y que se pueda trabajar para ganar más que haciendo de holgazán y subsistir con las limosnas estatales. El problema es que regalamos lo que no tenemos, por lo que entramos en el condicionante de afrontar el préstamo. Con creatividad mediterránea, hemos pedido dinero, y mucho, pero a condición de no devolverlo, por si cuela, cuela… Cuando veo decrépitos a Clint Eastwood, Al Pacino o Robert de Niro, me doy cuenta que el relevo generacional y que hoy por hoy, la fórmula de duros a cuatro pesetas no funciona. Son tiempos de curva descendente, en economía no es como en COVID-19, la parte descendente es dolorosa y angustiosa. La elasticidad de la curva parece neutra y la sensación de caída libre que se vislumbra puede resultar crítica. La alta dependencia de nuestra economía del turismo y la automoción resulta un lastre que hay que trabajar, invirtiendo para que se puedan desarrollar otros sectores que aporten valor añadido, más sostenibles, más eficientes, con futuro sólido y rentable. Esta nueva generación tiene derecho a trabajar y vivir bien sin tener que mendigar del gobierno. Tétrica lección de vida se están llevando últimamente. Quizás sea una generación de transición, pero es lo que somos y lo que tenemos. La Nueva Normalidad no sale gratis, veremos quién paga la fiesta. |
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