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Tropiezos
Foca hambrienta
Ni un pez que llevarnos a la boca, este régimen nos va a matar, es que no podemos más, soñamos con comida, montañas de alimentos que engullimos sin ningún tipo de remordimiento.
Está claro que las focas no estamos de moda, y además con los métodos que utilizamos para estar a la última tampoco vamos a ningún sitio. Nadar no es lo nuestro a pesar de ser una foquita muy aplicada, la experiencia de las cremas ni mencionarla, que desfachatez la de estos seres que se enriquece a costa de nuestros sueños más secretos para luego dejarnos con un palmo de michelines. Es que la gente no tiene conciencia.
El caso es que se acerca el día clave y nosotros seguimos arrastrando estas lorzas. Hemos decidido que no vamos a comer, dieta absoluta. Las modelos no comen nada más que lechuga y viven, aunque bien pensado ellas cuentan con otros alicientes, en fin. Es una pena, porque al segundo día no paramos de pensar en comer, nos lo fumamos todo y aborrecemos lo verde, no sabemos por donde tirar, pero está claro que ésta tampoco es una buena idea. Nuestros ojos se van quedando en todos los escaparates en los que se exhiba algo comestible, lo que sea, y nos levantamos por las mañanas pensando en la comilona que nos hemos pegado en sueños. Como último recurso compramos toneladas de barritas que sustituyen a una comida que dudo nos vayan a hacer efecto si nos comemos trescientas en una mañana. Tras este otro intento fallido, pasamos a la sacarina que tampoco nos soluciona, nada si después de una copiosa comida nos la echamos en el café. Resultado, es que sin comer no podemos sobrellevar la vida, no entendemos como existe gente que es capaz de controlar hasta ese punto su voluntad. Último recurso: comprar un bañador faja que nos constriña las carnes. |
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