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Sábado, 11 de enero de 2025

Tropiezos

Operación bañador
Avirul, 28/05/2004

Te levantas un día y hace un calor increíble, así que tendrás que ir desechando la ropa que parece que no te va a servir a partir de ahora.

Aquí comienza uno de los mayores traumas del primer mundo, ya quisieran en el tercero tenerlo. A medida que pasan los días vas pensando más en la idea de probártelo, pero vas retrasando la fecha porque necesitas prepararte psicológicamente para el momento. Ves a la gente por la calle totalmente veraniega, el periódico del domingo anunciaba que muchos de tu conciudadanos, siempre los más valientes, han pasado el fin de semana en la playa, en fin, todo te indica que tendrás que dar el paso tarde o temprano, además, piensas que cuanto más tarde peor, porque tendrás menos capacidad de reacción. Pero esperas a tener el día oportuno.

Y llega el momento, poco a poco vas quitándote la ropa, y ves asomar ciertas protuberancias que no pensabas residían en ti, hay que ver cómo nos hemos puesto. De todas formas con el pastón que nos gastamos en él no puede ser que nos quede tan mal como parece. Así que nos decidimos a meter una patita, luego la otra y por fin ya está. ¡Tachan!...... la foca Lola, te falta la pelotita y ¡ala! al circo. Hay que ver que mollas y que celulitis de anuncio de fajas.

Menudo problema.

Ahora, a ver que hacemos con un escaso mes de margen y la poca voluntad que da darse cuenta de repente que nos hemos transformado en La Masa.

Ahora comienza el difícil proceso de elegir un tratamiento rápido, a ser posible barato, que no estamos para alegrías, y que no requiera demasiado esfuerzo porque sino está encaminado irremediablemente al fracaso. Pero lo que está claro es que no podemos salir en estas condiciones, sobre todo porque con la presión que nos inculcan desde todos los puntos de referencia, estamos convencidos de que nos detendrán por escándalo público, deserción o peligrosidad ciudadana. Aunque el último recurso siempre puede ser volver a recorrer media ciudad, sino entera, para encontrar otro traje de baño que no sólo se adapte, sino que reduzca considerablemente nuestro disgusto.